LE COQ SPORTIF - Recién añadidos

Estamos en 1882, en la ciudad de Troyes, en la región francesa de Aube. Era el epicentro industrial francés de confección de sombreros, guantes, gorros y ropa interior. Allí, en concreto en la aldea de Romully-su-Siene, Emile Camuset decide poner un taller familiar de confección de prendas textiles al que llamó Romillone.

La calidad de las prendas hizo que poco a poco fuese creciendo en 1920 ya tenían una reputación en todo el país por la calidad de sus productos. Es a finales de los años 20 cuando comienza la relación del taller Romillone con el deporte. Su primera gran creación, el maillot para ciclistas (1929). Más tarde, las camisas para tenistas. El punto fuerte del taller era que no se especializaron en ningún deporte en concreto, sino que diversificaron.

En 1936 en Francia se aprobó la ley de vacaciones pagadas, lo cuál significaba más tiempo de ocio para las clases medias que podían invertirlo en la práctica del deporte. Y es aquí cuando llega la segunda gran aportación de la familia Camuset, la invención del chándal (1939), que por aquellos entonces se conoció como "el traje de domingo" (hoy lo sigue siendo para muchos). Entre tanto ya había equipos campeones a los que surtía, como el Olimpique de Marsella que se proclamó campeón de Liga en 1937.

No sería hasta 1948 cuando se desarrolla el concepto de marca. El símbolo elegido, el emblema nacional, el gallo. Sería un gallo cantando el amanecer, toda una alegoría al amor patrio. Aunque inicialmente sería solo la cabeza, a los dos años se enmarcó en el triángulo con el amanecer en el fondo.

 

Los años 50 y 60 sería el momento de máximo esplendor de la marca. En 1951 empieza su relación con el Tour de Francia convirtiéndose en el proveedor oficial de los equipos gracias a sus modernos maillots. En 1955 a la selección de fútbol francesa. En 1960 al equipo olímpico galo. No había duda, el deporte francés se relacionaba automáticamente con Le Coq Sportif.

A finales de los 60 establece una alianza estratégica con Adidas Francia que a la postre se convertiría en una guerra. El motivo, las famosas tres tiras. Para Adidas era un símbolo en sus prendas, pero para Le Coq también (era la plasmación de los tres lados del triángulo), pero ambos no podían usarla, uno y otro. Los tribunales franceses le dan la razón y el derecho a Le Coq Sportif en 1973. Adidas, herida, emprende una campaña para hundir a la marca del gallo.
Y aquí entra la política y la historia. En 1974, Roland Camuset (uno de los hijos de Emile) plantea venderle a Adidas el 49% de la empresa antes de que se hunda, pero su hermana Mireille (también dueña) se niega. El motivo estaba en el pasado de los Dassler y su relación con los nazis y en que Mireille había formado parte de la resitencia a los nazis durante la ocupación. Era algo más que negocios, el orgullo patrio estaba sobre la mesa. La operación no se llegó a efectuar. Pero apareció un nuevo comprador en 1976, el francés André Guelfi que se hace con el 51% (toda la parte de los Camuset) y se produce una de las mayores jugadas de la historia de las marcas deportivas: Adidas Francia había conseguido el 49% de Le Coq, Guelfi le vendió un 2% a Adidas convirtiéndose ésta en la controladora de la empresa con el 51%. Adidas Francia, lejos de hacer desaparecer a la que había sido su rival, estableció una estrategia para relanzarla.

Hoy en día Le Coq Sportif vuelve a tener el carácter referente de épocas pasadas, sobretodo en deportes como el ciclismo. Pero además se ha puesto a la cabeza en moda deportiva de estética "retro". Es más, son los encargados de organizar paralelamente un Tour vintage entorno a la división de la marca "L'Eroica" destinado a ciclistas amateurs y que quiere rescatar el espíritu original de las carreras ciclistas. Quien se lo iba a decir a aquel artesano fracés de finales del XIX llamado Emile Camuset.